Para entenderse no es necesario don de lenguas, basta con un poco de empatía e interés en comprender a los demás; sin embargo, para expresarse correctamente todos los conocimientos en idiomas no bastan.
Yo pongo a su disposición mi experiencia y conocimientos en los ámbitos lingüístico y traductológico para ayudarle a que se haga entender y, mucho más importante, a que se haga comprender con claridad. He creado este sitio para que ud. me pueda conocer un poco más personalmente, así como para darle a conocer los servicios que le ofrezco.
El refranero español, como el de cualquier otra lengua, es muy sabio porque está basado en la sabiduría popular; y yo tomaré unos de sus dichos para resumir todo lo que pretendo explicar en esta página web: «lo bueno, si breve, dos veces bueno».
Seré, pues, conciso.
La misión que me propongo como traductor es la de ayudar a mis clientes a comunicar ideas con el lenguaje de su público objetivo.
A través de mi experiencia acumulada me planteo nuevos retos, como abarcar cada vez más campos de traducción, desde el técnico hasta el jurídico-legal pasando por el económico o literario, y ofrecer unos plazos de entrega mínimos sin que la calidad de la traducción se resienta por ello.
Estos son mis principales valores a la hora de traducir:
Precisión, traduciendo fielmente el mensaje manteniendo la efectividad de la comunicación en el lenguaje deseado.
Puntualidad. Entrega de la traducción en el plazo acordado, siempre el mínimo posible para que mis clientes dispongan de sus textos cuando lo necesitan.
Comercio justo. Precios ajustados para que más clientes puedan acceder a este servicio que puede abrir tantas puertas a sus ideas, sin que su bolsillo se resienta.
Para ello dispongo de los siguientes recursos:
Flexibilidad. La lengua, desde luego, ha de ser precisa, y esa precisión pasa porque el lenguaje sea flexible. Ello significa que mientras que la lengua empleada en la traducción ha de estar perfectamente estructurada, el lenguaje empleado debe ser elástico y moldeable para que se adapte a las necesidades del cliente-objetivo.
Mi registro lingüístico abarca un amplio abanico de posibilidades.
Seriedad. Mi compromiso estriba en no comprometerme con aquello que no es viable. Eso implica un diálogo claro y sincero con el cliente. Nada de prisas si buscamos calidad. Mi objetivo es su plena satisfacción con la calidad del trabajo. No es que rechace lo urgente, simplemente debo advertirle que rapidez y calidad no suelen ir de la mano.
Mi compromiso en los plazos supone un estándar de calidad irrenunciable.
Honestidad. La dedicación a mi trabajo como traductor independiente me permite prescindir de sobrecostes en el trato directo con el cliente final. Esta circunstancia hace posible que mi oferta se ajuste a todos los bolsillos. No se trata de obtener un lucro con mi trabajo, sino simplemente un beneficio que sea mutuo y compatible con el de mis clientes.
Los precios de mis traducciones se ajustan a todos los bolsillos y circunstancias.